No todo cuanto Steve Jobs toca se convierte en oro. El Leonardo da Vinci de la era electrónica, transformador de las industrias de la computación, el entretenimiento y la animación digital, no ha tenido una trayectoria libre de fracasos. La empresa que fundó, Apple Computer, comenzó el siglo al borde de la bancarrota, con una participación de mercado exangüe y una serie de productos desastrados que no calaban en el consumidor.
No todo lo que Rupert Murdoch toca se convierte en oro. El Ciudadano Kane del siglo XXI, dueño de canales de televisión, entre ellos el poderoso grupo Fox, de cientos de diarios y revistas, de empresas editoriales y de entretenimiento, de servicios de TV por suscripción y de estudios de cine, todo agrupado bajo el monolítico nombre de News Corporation, adquirió en 2005 a la empresa MySpace por 580 millones de dólares. Ese año, Facebook apenas se conocía en algunas universidades de EEUU, y MySpace, con millones de usuarios, era el rey del nuevo mundo de las redes sociales. Cinco años después, MySpace está en quiebra y en venta, ha perdido millones y acaba de despedir a la mitad de sus empleados.
Ahora estos dos magnates se han aliado para lanzar un nuevo diario, distribuido cada mañana directamente al iPad de sus suscriptores. Pero aún no ha salido la primera edición y ya parece que The Daily se quedará corto de su promesa de ser el primer periódico completamente global y digital.
Las preguntas por resolver son muchas. ¿The Daily será un diario solo para el iPad, o se conseguirá también en otras plataformas, como Android (de Google) y Windows? Si no lo hace, mal puede aspirar a ser un medio verdaderamente masivo: estaría constreñido a los usuarios de iPad, que son, al fin y al cabo, una minoría. Pero también habrá que ver si el restrictivo Jobs lo permite. ¿Cómo se pagarán las suscripciones? Hasta ahora, la tienda de Apple sólo recibe tarjetas de crédito —con restricciones por país—, lo que también limita el potencial de lectores. ¿Cómo se repartirán los ingresos por suscripciones y por publicidad? Murdoch, acostumbrado a ser dueño absoluto de sus medios, no quiere saber nada de repartir la torta con Apple, pero a otra cosa aspira Jobs, cuyo modelo de negocios es sacarle tajada a todo lo que pase por sus tiendas y aparatos. ¿Se publicará en varios idiomas? Y, finalmente, si se va a lucrar de él, ¿cómo asegurarse de que Apple no favorezca The Daily sobre otras publicaciones que usen su plataforma tecnológica?
Todos estos asuntos, si no se resuelven, le quitarán impacto a The Daily, que terminará siendo un diario más en un mercado que no lo está pidiendo.
Ni siquiera nuestras sofisticadas y relucientes tecnologías solucionan estos conflictos, porque no son motivos técnicos sino culturales los que los animan. Surgen del choque de dos mundos, uno tratando de conservar su amenazada hegemonía y el otro tratando de imponer una nueva manera de vender noticias. Veo difícil que dos temperamentos obstinados y mercuriales como los de estos dos personajes encuentren la manera de conciliar sus paradigmas divergentes para crear un nuevo modelo periodístico. Esa tarea quedará en manos de algún futuro visionario, un outsider aún en la sombra, libre de ataduras con un campo y con el otro, que tendrá menos que perder y todo que ganar. Mientras llega, creo que veremos cómo este matrimonio por conveniencia se disipa en un divorcio por incompatibilidad de caracteres.
Una versión de esta columna apareció publicada en El Heraldo de Barranquilla el 17 de enero de 2011.
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