La sofisticación cada vez mayor de los algoritmos que utilizan inteligencia artificial ha llevado a muchas personas a pensar que el azar pronto desaparecerá como elemento en la toma de decisiones. Según esa visión utópica, nunca hemos dispuesto de tanta información como ahora, y por lo tanto en los negocios, en la política, en la vida, deberíamos poder tomar hoy mejores decisiones que nunca antes. El único obstáculo es que la cantidad de información de la que disponemos nos abruma, de manera que necesitamos cerebros artificiales que puedan penetrar esa montaña de datos y filtrarlos para que nos llegue solo aquello que realmente importa.
La visión utópica es seductora, pero yo, por mi parte, no recibo con total agrado la marginación del azar en la vida. Muchas cosas buenas suceden gracias a esos accidentes sorprendentes que los anglosajones llaman serendipity y que los franceses resumen en una máxima que dice “le hasard fait bien les choses”: el azar hace las cosas bien.
Un ejemplo: la compra de libros. Antes, cuando todavía íbamos a librerías, el azar empezaba a jugar un papel desde que poníamos el primer pie dentro de la tienda. Así estuviéramos buscando algo preciso, nos deteníamos aquí y allá a hojear tomos que nos llamaban la atención por un nombre, una palabra o una portada. (Nunca hice mucho caso a aquello de no juzgar un libro por la cubierta.) Salíamos casi siempre con más de lo que habíamos entrado a buscar, víctimas felices de una especie de campo magnético que nos guiaba hacia el encuentro con cosas que no sabíamos que queríamos.
Así conocí, en 1994, en una polvorienta librería situada en un cruce de caminos perdido, en el sur más rural del estado de Georgia, una colección de ensayos de Carlos Fuentes que nunca más volví a encontrar en librería o biblioteca alguna; y así llegó a mis manos, unos años más tarde, en una librería de la rue Monsieur-le-Prince, en París, una edición de Hojas de hierba, de Walt Whitman, en cuya anteportada encontré, años después de haberla comprado, una dedicación firmada por el cantante Yves Montand.
Nada de esos encuentros fortuitos sobrevive en mi experiencia actual de compra de libros, que ocurre a través de la pantalla de un computador y que se consuma sólo unos días después, cuando llega a mi puerta una caja de cartón. No hay otros libros a los lados del que selecciono, ni los hay tampoco arriba o abajo, que atraigan mi atención hacia descubrimientos inesperados. Hay, eso sí, sugerencias calculadas por computadores; recomendaciones sospechosamente acertadas, que delatan un seguimiento pertinaz a mis hábitos de consumo. Demasiado precisas, esas sugerencias: no dejan que se filtre entre mis lecturas un poco de entropía que altere, en algo, el ser humano parametrizado que la mercadotecnia pretende hacer de mi.
Pero el hecho de ser mortales vuelve a poner las cosas en su sitio y le devuelve al azar el papel que se merece en nuestras vidas. Del vasto diluvio de información que nos ahoga —y que crece a la razón de megabytes por minuto— solo conoceremos una ínfima parte, aquella permitida por el plazo de tiempo y el conjunto de circunstancias que nos haya tocado por vida. Solo experimentaremos un subconjunto del todo, un subconjunto necesariamente contingente y accidental, por más computadores que nos guíen. Por eso seguiré confiando más en la casualidad ciega que en la pitonisa electrónica: quizás sea el último acto de rebeldía disponible que nos quede en un universo sobredeterminado.
Una versión de esta columna apareció publicada en El Heraldo de Barranquilla el 9 de mayo de 2011.
De acuerdo contigo… los actos de rebeldía que podamos acumular son la única forma de no quedar tiesos y disecados en esta selva de bits.
ResponderEliminarMi vida se ha convertido en una constante cacería del anestésico que me inyecta la araña para chuparme la sangre… y ese trabajito es agotador. Aun cuando a veces me dejo llevar por los placeres psicoactivos del anestésico.
By the way, la historia de la firma de Yves Montand me parece de antología!
Fíjate, hablando de rebeldías y resistencias, hoy el azar, mas tu columna me llevaron a encontrarme con esto: http://www.youtube.com/watch?v=epwynYzSeVQ
jejejejejeje